"Me levanto y mi primer pensamiento es que debo ir al consultorio en Chacaíto -al este de Caracas- para comenzar a atender pacientes de forma presencial en la mañana.
Salgo a correr a las 7:00 a.m., vuelvo a mi departamento, desayuno y me voy a la clínica donde trabajo. Usualmente atiendo entre seis o siete pacientes por día. Hoy llega una mamá afectada porque su hija de cuatro años sufrió abuso sexual por parte del papá.
Me impacta, pero hago lo posible por ayudar. Asumo que estos casos han de haberse incrementado en toda la ciudad y en el país. Ha aumentado la convivencia familiar por la cuarentena, y dentro de las familias siempre hay cierto grado de contaminación psicológica familiar (CPF), que se agudizó en la pandemia. La lógica dice que sí deben haberse multiplicado los casos de abuso sexual, porque los primeros en abusar sexualmente de los niños de la familia son los parientes cercanos: papá, padrastro, tíos, primos; a veces, madres.
Almuerzo a las 12:30 p.m. Atiendo al resto de los pacientes antes de volver a casa en camionetica y Metro. Tengo consultas vía online de 4:00 a 6:00 p.m.
Termino agotado y es así todas las semanas. Todavía debo preparar algunas evaluaciones para mis alumnos de la universidad. Me duermo aproximadamente a la medianoche. Mi rutina ha sido prácticamente la misma desde hace poco más de un año.»