Seis historias de psicólogos

La importancia de tener un hobbie

El psicólogo clínico Eduardo García explica cómo un pasatiempo puede servir de herramienta en tiempos de COVID-19.

 

“Soy psicólogo clínico y organizacional. También soy voluntario de la Federación de Psicólogos de Venezuela. Tengo 32 años. La pandemia me sorprendió en una ciudad mexicana. Mis vacaciones se arruinaron y tuve que tomar el primer vuelo que encontré hasta Caracas. La suerte me acompañó, puesto que los aeropuertos cerraron en el país el 14 de marzo de 2020.

 

Cuando volví a casa, mi esposa, mi hijo pequeño y yo nos enfrentamos a la incertidumbre. No sabía qué iba a pasar o cuánto tiempo iba a durar esto. Mi mayor miedo era que mi mamá se contagiara. Pero ocurrió y mi esposa fue la siguiente. La verdad, me alivia decir que ambas lo superaron bien. A mí nunca me dio COVID-19 y supongo que fue pura suerte.

 

Hasta el 12 de noviembre de 2021, en Venezuela se contabilizaban 417.998 casos confirmados de coronavirus y 5.010 muertes asociadas al mismo, según balances del ministro de Comunicación del gobierno de Nicolás Maduro, Freddy Ñáñez.

 

Poco tiempo después, llegó la hora de volver al trabajo. Al reincorporarme, perdí todos los pacientes, dijeron que no les gustaba la modalidad online. Pasaron tres meses en los que no hice nada. 120 días llenos de preguntas sin respuestas. Yo mismo comencé a ir a terapia. Sin embargo, me vi tentado a dejarla por los bajones emocionales y porque sentía que estaba perdiendo el control de mi entorno. Menos mal que no lo hice.

 

Yo creo que no hay una emoción más terrible que sentir que no estás controlando nada dentro de tu contexto inmediato, que es tu casa o tu trabajo. Sé que eso le pasó a mucha gente. El tema está en tener las herramientas emocionales y didácticas. Tienes que reinventarte.

 

Otra cosa es tener hobbies, yo creo que eso ayuda mucho en los momentos de incertidumbre. Hay algo que es muy difícil de determinar para las personas, que es qué les gusta hacer. En consulta pasa mucho que la gente te dice: ‘Bueno, ¿cómo lidio con la ansiedad?’, y cuando le preguntas si tienen un hobbie te dicen que no. Cuando les preguntas qué les gusta hacer, no lo saben. Pareciera que mucha gente no hace esa revisión interna o se ha dedicado enteramente a su día a día, a sobrevivir.

 

Mi hobbie son los videojuegos.

 

Soy muy aficionado desde que era muy chamo. Hoy en día, con eso de la migración, me ha servido de nexo social. Muchos amigos que están afuera del país juegan online. Para eso también hay que tener un buen servicio de Internet, que en Venezuela es costoso, pero que he podido pagar.

 

Progresivamente recuperé los pacientes: algunos fueron retomando a medida que la cuarentena se fue extendiendo. La mayoría tiene entre 25 y 40 años. No atiendo a niños por temas de infraestructura.

 

Me he topado varias veces de frente con las mismas patologías durante estos dos años: ansiedad, en diferentes niveles, y depresión, especialmente. Es comprensible y creo que los psicólogos hemos tenido que trabajar con nuestros pacientes y con nosotros mismos, porque también somos humanos y nos sentimos afectados de alguna forma.

 

La huella psicológica que puede dejar el coronavirus es la certeza de que somos vulnerables. Esto nos dio una lección al ego. Es lo que espero que todos podamos recordar en este tiempo”.